En el corazón de la escena londinense de los juegos de mesa, Draughts Bar estaba destinado a ser un refugio de conexión, creatividad y comunidad: un lugar donde primeras citas, viejxs amigxs, familias y completxs desconocidxs pudieran compartir mesa y partida. Pero entre bastidores, lxs trabajadores se enfrentan a recortes de jornada, horarios erráticos y cargas de trabajo inmanejables, todo ello con poca antelación y aún menos consideración.

El personal del bar Draughts no son sólo empleados: son el alma del local. Ha creado el ambiente cálido y acogedor que hizo de Draughts un lugar destacado en el creciente mundo de la socialización competitiva.

En lugar de cumplir su misión de ser un «pionero en la socialización competitiva» y un centro para todo tipo de personas, Draughts parece estar convirtiéndose en una cinta transportadora impulsada por los beneficios, donde el personal dice que se les trata como engranajes de una máquina, no como personas con vidas, compromisos y derechos básicos.

Una parte fundamental de lo que hace que el bar Draughts resulte seguro y acogedor -tanto para el personal como para los clientes- es garantizar un entorno seguro. Por eso lxs trabajadores piden que haya seguridad autorizada en el local todos los días desde las 7 de la tarde hasta el cierre. No se trata sólo de protección; se trata de tranquilidad y de poder hacer su trabajo sin miedo ni riesgos, sobre todo en horas punta o de mucho trabajo.

Lxs trabajadores exigen tener voz en sus horarios, una remuneración justa y el respeto que merecen. No sólo luchan por sí mismxs, sino por la calidad y la integridad de la experiencia Draughts, que es precisamente lo que buscan lxs clientes.

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